miércoles, 29 de junio de 2016

El Arco Iris







El Arco Iris


Enmarcando la pradera recién lavada por la lluvia
resplandece un hermoso Arco-Iris
impalpable y etéreo.

Admiro extasiado sus siete bandas curvas
de nítidos colores:
rojo, anaranjado, amarillo, verde,
azul, índigo y violeta.

Los límites entre color y color
son bellamente indefinibles.

Mientras tanto el paisaje de árboles y prados
guarda silencio.

Adoro a quien ideó colgar en la llovizna menuda
esta guirnalda de colores luminosos y efímeros,
que solo duran mientras el sol ilumina oblicuamente
las gotitas de lluvia suspensas en el aire.


Bendigo a quien acertó a decorar el cielo
con un adorno
tan femenil y delicado
como es el Arco-Iris, y me pregunto:

¿Quién y para quiénes diseñó esta fantasía celestial que,
de no existir nosotros los humanos,
pasara inadvertida
para el resto de los seres?

Los animales no aprecian el primor del Arco-Iris;
las plantas menos, las rocas mucho menos.

Esta pulcra ornamentación
siempre ha existido,
desde antes de que hubiera ojos inteligentes
que la contemplaran.

Durante millones de años
el Arco-Iris resplandeció para nadie.

¿Quién se propuso alegrar y embellecer el firmamento
cuando no existía quién se alegrara
ni quién lo agradeciera?

¿Quién inventó esta pulcritud?

¡Plácemes, Señor,
por esta policroma diadema celestial del Arco-Iris!
¡Te luciste con tan gloriosa fantasía!



Las mariposas





 M a r i p o s a s

¿A quién se le ocurriría fabricar Mariposas?
¿Esas volátiles criaturas,
tan sutiles que con tocarlas se estropean?

Esos adornos del jardín
que vuelan aplaudiéndose,
y cuyo aplauso es silencioso.

Las hay de alas celestes,
las hay de alas rubíes;
y también  de alas transparentes
como el vidrio.

¿Pudieron las Mariposas 
inventarse a sí mismas?
¿Surgieron ellas de la nada
sin previa diagramación
ni previo Artífice?



Revolotean por la campiña
miles de Mariposas
de todos los siete colores principales…

Como si el Arco-Iris
se hubiera vuelto picadillo,
y el picadillo se hubiera
vuelto Mariposas.

¿Quién sirvió néctar
en el cáliz de las flores,
néctar que al mismo tiempo
es almíbar y es perfume?

Los insectos necesitan flores,
y las flores  insectos.
¿Quiénes existieron antes?
¿O insectos y flores
aparecieron simultáneamente?

Sobre un clavel rosado
acaba de posarse
una bella Mariposa Monarca;
desplegó su diminuta espiral gustativa
y libó un sorbo de líquido placer.

Se unió más tarde
a su alado compañero,
y así perpetuarán
la pulcritud y la alegría.

¡Gracias, Artista Invisible,
por tu fascinante creación:
las Mariposas!



Orquídeas










Orquídeas

No fueron invento de hombres,
tampoco de mujeres.

Pero sí de Alguien con capricho de mujer
y, sobre todo, con finura de mujer.

¿Quién y para quiénes
diseñaría esas flores
de tan increíbles
y sorprendentes variedades?

Solo hace cien siglos
los primeros ojos humanos
fueron capaces de admirar.

Orquídeas en la espesura
del bosque tropical,
donde nadie las descubrirá
por los siglos.





Orquídeas en la grieta inaccesible
de los precipicios rocosos.

Orquídeas junto al mar,
Orquídeas en el páramo,
Orquídeas en el valle, las lagunas,
las quebradas y los ríos.

¡Y cuántas especies extintas
que lucieron para nadie
y que hoy solo se adivinan
por sus huellas en los fósiles!

¿Las Orquídeas
se inventaron ellas mismas?
¿Nacieron de la nada
sin previa diagramación
ni  previo Artífice?

¡Gracias, Señor,
por tus primorosas Orquídeas!
¿Así adornaste la tierra
para la bienvenida de los hombres?

Todas tus obras, Señor,
son  Obras Maestras.

Te alabo por los que no te alaban
ni bendicen;
por los que todavía te deben
una entusiasta gratitud.


Peces de acuario











Peces de Acuario

Rosadas bailarinas de plumoso ropaje
que se agitan con femeniles coqueteos.

Gupis  que exhiben orgullosos
el abanico de su preciosa cola irisada.

Neones fosforescentes
de brillante cenefa luminosa.

Escalares aplanados y erguidos
que avanzan y retroceden
a impulsos de imperceptibles aletas.

Y todos estos hermosos pececillos son mudos,
en el silencio cristalino del acuario,
donde las verdes plantas
fingen un bosque submarino,
y donde las burbujas del oxígeno
juguetean en desorden
como niñas que salen a recreo.




Peces  tigrillos en traje de lunares
y con inquieto revolotear de golondrinas.

Caballitos de mar siempre erguidos.

Medusas de gelatina transparente
como cuerpos de vidrio.

Durante millones de años
estos peces antecedieron a la humanidad,
y nunca supieron ellos
que eran tan hermosos.

¿Se crearon ellos mismos?
¿Nacieron de la nada
sin previa diagramación
ni previo Artífice?

Cuando se extingan los hombres
sobre la tierra
continuarán los pececillos
 luciendo su belleza para nadie.

¡Oh Señor, tu acuario es el océano;
desde el cielo te diviertes contemplándolo!

¿Qué harías tú, Señor, sin criaturas?
¿Con qué distraerías tu silenciosa
y solitaria eternidad?


Trinan las aves









Trinan las Aves


Ruiseñores, canarios, jilgueros, turpiales…
Desde hace millones de años
alegraron el mundo,
cuando no existía quién se alegrara
ni quién te agradeciera.

Ellos y ellas con sus variopintos plumajes
embellecen las selvas, los llanos, los montes,
las laderas de los ríos y lagunas,
las playas del mar
y aun los desiertos y las nieves.

¿Quién diseñó semejante profusión
de especies?
¿Las aves se crearon ellas mismas?
¿Nacieron de la nada o del caos
sin previa diagramación,
sin previo Artífice?




¿Quién les enseñó a entretejer su nido con pajitas,
(nido en cuya construcción entrambos colaboran)
y acolcharlos después con lanas y con plumas?

El ave deposita sus huevecillos
(del tamaño de almendras)
y abriga, paciente y cariñosa,
su tesoro.

Pasados unos días esas almendras
empiezan a resquebrajarse
y de ellas brotan unos polluelos
 implumes pero vivos.

Los padres se apresuran a conseguir el alimento;
por la noche la madre los cobija con sus alas.

Los hijos van creciendo
y emplumando;
y llega el día en que también trinan
y vuelan y se van…

Se van a buscar sus compañeras
y a iniciar otro idilio
y otro nido y otros hijos.

Y así perpetuarán sobre la tierra
la ternura,
los trinos y los vuelos,
la dicha y la belleza.

¡Todas tus obras, oh Señor,
son Obras Maestras!


Animales bebés









Animales bebés


A esa edad todos son bellos:
gatitos, pollitos, patitos.

Dios los diseñó así de lindos
para que inspiraran ternura
y nadie los dañara.
Su arma defensiva es la belleza.

¿Cómo se explica que lo gatos
de todas las razas
hayan sido cautivados por los hombres
de todas las épocas y de todas las culturas,
sino porque primero los felinos
con su donaire y simpatía
cautivaron a los hombres?


Lo mismo sucedió con
perros, cabritos, conejos y ardillas.

Gracias al reino animal
nos sentimos todavía en el paraíso.

¿Quién inventaría semejante variedad
de semovientes de agua, tierra y aire?

¿Se divirtió primero imaginándolos?
¿No serán también tus mascotas, oh Señor?



Te doy gracias
porque a todos tus múltiples regalos
nos añadiste la deliciosa compañía de los animales.

Muy tristes serían los árboles sin trinos,
el aire sin bandadas, el bosque sin sus fieras,
la hacienda sin ganados;
el mar, los ríos y lagunas sin sus peces.

¿Qué harías tú, Señor, sin criaturas?
¿Con qué distraerías tu silenciosa
y solitaria eternidad?



Piedras preciosas







Piedras Preciosas

¿Quién supo imaginar y crear las esmeraldas,
los diamantes, rubíes, zafiros y topacios?

Y las creó pensando en las mujeres,
 a quienes infundiría una gran ilusión
de collares, aretes, pulseras y sortijas.
                          Sin la existencia de las mujeres
no se justificaría la existencia de las joyas.

Empacaste, Señor, las esmeraldas
en estuches de cuarzo   como en una caja fuerte.
Mientras más escasas y más difíciles de conseguir,
tanto más deseables y valiosas.
Si los pedregales fueran de esmeraldas,
las esmeraldas dejarían de ser piedras preciosas.



¿A quién se le ocurrió esconder
las perlas en las conchas y la conchas en el mar?

Rey del Universo, derrochaste pedrería
para hombres y mujeres,
como si todos fuéramos princesas.

Gracias, Señor, por tus piedras y tus perlas,
doblemente preciosas por venir de tu manos.